Los frutos secos han sido protagonistas de un gran número de estudios. Uno de los más relevantes, publicado en BMC Medicine, analiza las principales investigaciones hasta el momento.
Su conclusión es clara: comer frutos secos regularmente reduce el riesgo de cáncer, diabetes, infecciones y enfermedades cardiovasculares y respiratorias. También puede dificultar la aparición de trastornos de tipo inflamatorio, como la artritis reumatoide.
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